martes, febrero 19, 2008

Con nocturnidad y alevosía

Haseeb Ahmed llegó después de que anocheciera. Venía vestido de occidental. Vaqueros, camiseta, gorra adidas, repeinado con raya y fuerte olor a colonia. Me extrañó su forma de "pasar desapercibido".

Yo le esperaba enfundado en el Shalwar Kameez blanco (conjunto de pantalón muy ancho y camisa larga hasta las rodillas) que me había regalado su padre el día anterior. Tomaba té aromático en un café cercano a mi hostal. Le extrañó mi forma de "pasar desapercibido".

Subimos al coche de Haseeb y comenzamos una loca carrera de obstáculos entre burros, personas, bicicletas y mototaxis. A golpe de claxon, gritos y volantazos nos aproximamos a la zona noble de Islamabad. -Las embajadas -comentó Haseeb como con orgullo de pertenencia. -Aquí trabaja un hermano mío-.

Nos adentramos en un laberinto de callejuelas oscuras hasta llegar al portón de un garaje. Haseeb hizo sonar el claxon varias veces. Tocar el claxon es una gran forma de pasar desapercibido. El portón se abrió titubeante y nos adentramos en la trasera de un edificio elegante. Aparcamos el coche a unos pocos centímetros de la única puerta iluminada con una bombilla cansada. Esperamos en silencio.

Alguien abrió la puerta de la casa. Introdujo una linterna por la ventanilla sin cristal del copiloto y nos cegó en silencio. Era una mano como de hombre de mediana edad y barba que sonreía. Alumbró nuestros ropajes. Se detuvo en mi cara. Hizo lo mismo con Haseeb. - Un pashtun vestido de americano y un americano vestido de pashtun. Curiosa forma de "pasar desapercibido"- pensó.

Sin mediar palabra se giró hacia el interior de la casa y comenzó a introducir latas de Heineken y Budweiser por la ventanilla del coche. Mientras Haseeb las metía ordenadas en dos maletínes con pinta de congreso de ONGs, yo....yo estaba en medio.

Pagó y arrancó con prisa. Salimos marcha atrás y quemando rueda. El olor a neumático abrasado se mezcló sutilmente con el perfumede Haseeb. Él volanteaba, sonreía complacido y hacía sonar el claxon "como pasando desapercibido". Llegamos a mi hostal. Haseeb entró primero. Yo cogí los maletines de ONG y puse cara de extranjero integrado al pasar por la recepción. El señor del hostal miraba la televisión. Un programa sobre mártires héroes pakistaníes caídos en acción bélica contra la India. Una sucesión de fotos con música militar interrupidas regularmente por imágenes de cazas de guerra en vuelo rasante. Ni me miró mientras "pasaba desapercibido".

Al entrar en la habitación Haseeb celebró con gran efusividad nuestra incursión en la noche de Islamabad. Me abrazó y abrió cervezas. Se quitó la camisa y abrió cervezas. Me miró con gusto y abrió cervezas. Abrió tantas cervezas que luego quiso acostarse a mi lado.... Y yo, mientras intentaba "pasar desapercibido", le volví a explicar que llevaba dos días con gastroenteritis....y que él estaba muy guapo. Pero que tampoco así, todo desnudo y borracho, era mi tipo.


7 comentarios:

dijo...

Esto es real? Eres real jomío?

Nina Raval dijo...

Vaya, me hiciste caso...

Anónimo dijo...

Es que "pasar desapercibido" en algunas culturas es una forma de cortejo amoroso.
Ud. verá...

Awake at last dijo...

Qué fino...

XDD

Mks.

Nepomuk dijo...

Cuanto romanticismo hay en el mundo... Haseeb... tú... la magia de Islamabad... y la cagalera pakistaní.

Qué bonito es el desamor...

Nepomuk dijo...

O el dessexo...

MH dijo...

La cerveza es muy mala para la cagalera.
pero, para todo lo demás, sienta de coña.