Nunca me despertaba a las noches. Esta era mi frase orgullosa en las conversaciones sobre el dormir:
-Yo nunca me despierto, ni con una explosión. Una vez estalló una bombona de butano en el edificio de enfrente y todo el vecindario se enteró menos yo.
Cierto. Exagerado pero básicamente cierto. Una verdad de barrio. De las de café con pastas los domingos. Todo el mundo sorbe café y sabe que las explosiones despiertan a todos. Y todo el mundo mira las pastas y reconoce los sueños profundos a prueba de explosiones.
Nunca me despertaba a las noches. Esta es mi frase triste sobre lo que ya dejó de ser.
Eran las tres de la mañana. Fue un golpe sin eco. Y después gritos. Creo que fueron unas ocho o diez personas. Todas armadas. Todas de negro y con la cara cubierta. Me encañonaban y gritaban. Los puntos laser de sus infrarrojos se posaron en mi frente y mi pecho. Gritaban.
-¡Levántate de la cama hijo de puta! ¡Al suelo cabrón! ¡Al suelo! ¡No levantes la vista! ¡No levantes la vista o te reviento el cráneo!
-¡Donde está el resto! ¡Habla o te pateo el hígado!
-¡Quién más hay, quien mas hay!
-¡Dónde escondes las armas! ¡Habla hijo de puta!!
Hubo muchas patadas y manotazos. Hubo muchos más gritos y preguntas. Hubo también un señor que se identificó. Dijo que era secretario judicial. Aquello era un registro y yo estaba detenido. Tenía derechos. Murmuró una retáhila de la que yo fijé una sóla frase.
-Tiene derecho a permanecer en silencio
En aquel momento decidí que ese era el único derecho que quería ejercer.
El señor secretario me indicó que procedía al registro del cuarto. Yo debía observar. Un grito constante decía que si levantaba la vista me partía en dos. Debía de haber unas nueve o diez personas en un cuarto pequeño que compartíamos dos personas. Aquello duró varias horas. Se lo llevaron todo. También lo mío.
Me trasladaron esposado en un furgón, en cuclillas. Me gritaban y me golpeaban sin parar. Muchas horas de viaje. Golpes gritos y relatos. Se voceaban entre ellos lo que me esperaba. Cómo iba a probar la bolsa. Que tenían preparados los electrodos. Que les había jodido el fin de semana. Que me iban a joder la vida. Que me iban a joder. Que si me acordaba de cómo quedó tal, que si vi las fotos de cuál.
En los cuatro días que duró la incomunicación vi dos veces al forense. De camino a su despacho el agente que me acompañaba me susurró por primera vez:
- Si denuncias tortura te mato. Recuerda que te tenemos un par de días más.
El forense me examinó de oficio. Un breve historial sobre salud, ingresos y alergias. Un ¿te han tratado bien?, al que no respondí. Sólo bajé los ojos. En los días siguientes no pude ejercer ningún derecho. Tampoco el de permanecer en silencio. Me quebraron.
Dos días después me llevaron frente al juez. Fueron dos agentes diferentes a los de los días anteriores. Sonreían y bromeaban. Que no me preocupara.
-¿Vas a denunciar torturas?, me preguntó uno a la vez que me explicaba que su hijo estudiaba derecho y que las últimas vacaciones las pasaron en Perú. Y lo bonito que era Machu Pichu.
Ante mi silencio, me dio una palmadita y espetó:
-No te preocupes. No pasa nada. Total, todos lo hacéis.
El juez decretó libertad sin cargos. El interrogatorio fue breve. Mis respuestas concisas. Mi nombre se debió colar en alguna agenda inconveniente. Cosas del directo.
Denuncié torturas que archivaron por falta de evidencias. No quedó ninguna secuela. Sólo el recuerdo de lo que dejó de ser.
Yo nunca me despertaba a las noches. Ni siquiera para hablar dormido.
Yo siempre pude permanecer en silencio, hasta que aprendí que tenía derecho a hacerlo.
lunes, febrero 20, 2006
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17 comentarios:
¿pero qué estás contando Juankar?, ¿es una experiencia tuya? ¿es ficción? mira que me los cargo ahora mismo ¡ehhh!
Todavía estoy estremecida por la lectura de tu escrito.
A una compañera de escuela le pasó algo parecido, porque su coche tenía una matrícula que dieron como la de un fugado de la cárcel.
Todavía no se ha recuperado del susto...
Es triste, espeluznante, imperdonable, pero por desgracia creíble.
Un abrazo.
Esto es como lo de Pedro y el lobo. Tanto se ha oido la misma historia que no resulta creible, aunque pueda ser cierta.
Se ha convertido en una leyenda urbana más. Todo el mundo tiene un amigo que conoce a alguien a quien le ha pasado. Una historia más de un amigo de un amigo. Como lo del que le robaron un riñon, o el que se trajo una rata de la india pensando que era un perro. O el que un motorista le ayudó a cambiar la rueda y luego resulta que era el rey.
Vaya q impresión... no se, da igual q te pasara a ti o q te lo hayas inventado. Lamentablemente eso pasa todos los días, se sabe perfectamente y absolutamente nadie hace nada.
Un, dos, tres responda otra vez: Guantanamo.
Por poner un "pequeño" ejemplo.
Un saludo
Eso es abuso de poder y una salvajada. Y seguro que aún hay alguien que se atreve a decir "algo habría hecho".
Un abrazo y 1874 besos.
Es ficcíón; claro. Además es un cuento del pasado; del siglo XX o XXI porque ahora, en pleno siglo XXVIII todos los Estados han desaparecido y el Planeta es el hogar de todos los humanos que vivimos felices porque somos hermanos.
Abrazos; Juankar
Se me ha ido frunciendo el ceño, bajando reglones. No quería llegar al último y leer "basado en echos reales", pero algo se me ha encogido dentro y eso me hace pensar que has sido protagonista de esa historia.
Otro de los grandes derechos olvidados de la humanidad, es la de poder dormir tranquilo.
Yo también dormía toda la noche de un tiron, ahora despues de leer tu relato, y pensar que TODOS los nombres de los ciudadanos del mundo se pueden colar...Una equivocación la puede tener cualquiera, luego te piden disculpas y listo.
Muxu handi.
Que situación más desagradable... siento que tuvieras que pasar por ella :(. Un abrazo
¿Crees que cuando la violencia pasa por tu vida la corta de cuajo y ya no eres capaz de volver a unirla?
La carne de gallina, Juankar. Tienes una capacidad inmensa de transmitir cuando escribes.
Y no puedo irme sin decir que, en esta historia, el muchacho había sido detenido por error, y a todos nos parece terrible. Pero las torturas siempre son terribles, también cuando el muchacho es detenido sin errores y cuando luego cumple condena. La tortura siempre es tortura y como tal, inaceptable.
Que no quiero yo ir haciendo proclamas en tu blog, Juankar, y perdona... pero es que al leer los comentarios me parecía que el texto sólo es terrible porque el chiquito no ha hecho nada... y eso quizá lo haga más terrible aún, pero si hubiera sido culpable, no serían justificables las amenazas, las torturas.
Y ya me callo, sorry y gracias por compartir cosas como ésta. Un abrazo.
Hace muchos años, un domingo paseaba con mis padres por el centro de Barcelona. De pronto, la gente empezó a correr, a gritar... Se oían los disparos (eran balas de goma) que disolvían no sé qué mani. Y yo le dije a mi padre: allí está la policía, ¿por qué no vamos con ellos? Nunca olvidaré la mirada de mi padre cuando me dijo: "no, vamos a ir justo en dirección contraria a dónde la policía esté, ¿entiendes?, no te sueltes de mi mano"
Ese mismo año supe que los Reyes no eran los padres.
Gacela, totalmente de acuerdo. Lo más grave de las torturas a manos de organismos oficiales es que, supuestamente, estos están para garantizar tu seguridad y asegurarte un juicio justo con presunción de inocencia. Incluso en el caso de ser condenado, el estado debe garantizar escrupulosamente tus derechos humanos. Los espacios de impunidad y tortura en contextos democráticos son particularmente preocupantes. La incomunicación de los detenidos, la ausencia de garantías en estos días, no deberían de tener cabida en una sociedad verdaderamente democrática. Y desgraciadamente son cada vez más aceptados...hasta llegar a extremos conocidos como el de Guantánamo (y ocultos como el de las prisiones volantes)
Fernando, "Pedro y el Lobo" es un cuento. Esta situación no lo es. El estado Español es llamado al orden todos los años por organizaciones internacionales como Amnistía Internacional o la Relatoría sobre Torturas de las Naciones Unidas. Sólo que a veces conviene no creerlo, no escucharlo y no saberlo.
Nepo, nose, supongo que depende del grado. Hay formas de violencia que rompen la vida para siempre. Y también hay personas que reconstruyen la suya desde posiciones insospechadas. En Sudáfrica me tocó vivir el proceso de la "Comisión de la Verdad y la Reconciliación". La gente contaba cosas increibles en las audiencias públicas. El ensañamiento fue diabólico a veces, y sin embargo, sobre todo en el caso de algunas mujeres que conocí, su capacidad de regenerarse era equiparable a la de una estrella de mar. Parece que ser que las ganas de vivir cosen rotos imposibles.
Un besazo para todos y todas (a los que os apetezca recibirlo, claro)
Vaya tela.
Y yo diciéndote por otro lado no sé qué cosa sobre travesuras y canalladas... No me hagas mucho caso, Juankar.
Muxu profundo, como aquel sueño tuyo imperturbable.
Sólo he dicho que no me lo creo. Tristemente el acusar de tortura se utiliza tantas veces como arma política, que sin pruebas tangibles, ya no es creible.
En cuanto al tema de "la regeneración de la vida" que comentabas, me tráe de cabeza últimamente con todo este barullo de que hacer cuando ETA acabe y que si tal y que si cual, cómo van a aceptar toda esa gente que renunció a la venganza pensando que algún día tendría justicia, no sólo no tenerla, sino que los que les rompieron la vida participen de la vida política sin más, como si lo que hicieron nunca hubiera pasado.
Por las declaraciones que van saliendo en prensa, la regeneración de vida que podían haber tenido hasta ahora, se les está cayendo por los suelos. No sabemos aún con qué consecuencias.
Está muy jodida la cosa.
Es verdad, las estrellas de mar... no me acordaba :-)
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